También las mujeres van a la guerra
El 17 de marzo de 1913, en su casa en Laredo, Texas, Leonor Villegas de Magnón se despertó al sonido de guerra. Jesús Carranza y los constitucionalistas habían entrado en Nuevo Laredo, México. La Revolución Mexicana se destacaba en plena fuerza y se esperaba mucho derramamiento de sangre. Villegas de Magnón inmediatamente piensa en ayudar a los soldados. Recuerda en su autobiografía, La Rebelde:
El problema que ya estaba trazado en su vida fue resuelto en pocos momentos, en los que ya estaban visualizados por aquella madre que vio a su hija enarbolando una bandera blanca, la hora había sonado y obedecía a su llamado. ... Entre las balas y los rugidos de los cañones, oía La Rebelde la voz de su madre que le decía cuando en sus juegos infantiles ella y sus hermanitos simulaban combate...: 'Tambien las mujeres van a la guerra, y llevan la bandera blanca, ellas cuidan de los soldados heridos.' (61)
Después de haber participado ya como escritora y activista, Villegas de Magnón, sin dudar un momento, se dirige hacia Nuevo Laredo para atender a los soldados, de esta manera continuando su participación en la Revolución y su apoyo a los constitucionalistas y al Primer Jefe Venustiano. Al escuchar los sonidos de la batalla, el disparo de armas y el rugido de los cánones, recoge sus cosas y corre hacia Nuevo Laredo con una resolución casi impulsiva. De esta manera, ella cumplió una visión que su madre había compartido con ella en su infancia, una visión de las mujeres en guerra que llevan la bandera blanca y curan a los soldados.
Villegas de Magnón llevó consigo un grupo de mujeres valientes que eventualmente se convertirían en el primer grupo de enfermeras de La Cruz Blanca Constitucionalista: Jovita Idar, Elvira Idar, María Alegría, Araceli García, Rosa Chávez, señora Antonia S. de la Garza, Refugio Garza Góngora. Arriesgando sus vidas para llegar a los soldados heridos, estas mujeres, como Villegas de Magnón, respondieron a un importante llamado de acción, lo que Villegas de Magnon llamó un "deber patriótico y piadoso". Uno por uno, los soldados fueron retirados del campo de batalla y atendidos por Villegas de Magnón y sus compatriotas. En un hospital improvisado, las enfermeras auxiliaron a soldados de ambos lados del conflicto. Pero eventualmente, su lealtad a Venustiano Carranza y los constitucionalistas se materializaría. Al enterarse de que los soldados constitucionalistas serían ejecutados, La Rebelde idea su escape. Sin darse a conocer como aliadas de Carranza y sus hombres, Leonor Villegas de Magnón y sus enfermeras ayudan a los soldados a escabullirse por la noche, llevándolos a salvo al otro lado del rio, en Laredo.